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sábado, 3 de diciembre de 2016

YO TENGO UN AMIGO CIEGO

YO TENGO UN AMIGO CIEGO
  Es un gallego buena gente, sencillo, afable, el dueño y único dependiente de un pequeño establecimiento de ésos que aquí en España se llaman “de barrio”, donde los vecinos van, no sólo a comprar sino también a relacionarse entre sí. Allí te puedes enterar de que anoche se suicidó un chico en el 104 o de que es un gimnasio lo que van a abrir en el local que están preparando al doblar, donde estaba la tienda ecológica que tuvo que cerrar por causa de la crisis.
  Nuestra amistad surgió hace varios años, una mañana en que, buscando algo que necesitaba, entré a su comercio. En cuanto intercambiamos dos frases, notó mi acento y me preguntó:
  - ¿Tú eres cubano?
  Aquel día, comenzamos una larga amistad de las que perduran en el tiempo, alimentada con conversaciones, que pueden ser más o menos largas pero siempre son amenas, en las que nuestras afinidades y contradicciones se ponen de manifiesto. Como debe ser, porque los buenos amigos no tienen que estar de acuerdo en todo.
  A pedazos, a lo largo del tiempo, yo le he ido relatando mi vida aunque, debo reconocerlo, no he logrado que él, que no es televidente, entienda en qué consiste exactamente el trabajo de director de programas de TV.
  Si no ha cumplido los 70, mi social gallego debe andar por ahí. O sea, que nació en plena dictadura franquista, una época que él describe como oscura, terrible.

  Me cuenta cómo en su infancia recibió una educación regida por una mezcla de ideas fascistas con catolicismo rancio.
  - Si un niño se cruzaba por la calle con un cura que estiraba su mano, estaba obligado a besarle el anillo.
  Me habla del machismo recalcitrante que obligaba a las mujeres a una posición de ínfima categoría en la sociedad. De los privilegios de las élites dominantes, de lo mal que lo pasó el pueblo durante y tras la guerra civil, de la pobreza de las masas, de los inviernos sin calefacción y la cartilla de racionamiento, de la represión y de muchas cosas más que a él, nacido y criado en ese ambiente irrespirable, le marcaron el carácter para siempre. Toda su vida ha sido de izquierdas.
  Un día, cuando era un adolescente bajo Franco, alguien le comentó que en Cuba estaba teniendo lugar un proceso revolucionario, que allá había unos guerrilleros barbudos que habían mandado al carajo a los malos para darle felicidad y futuro a los humildes.
  Y se puso a averiguar de qué trataba la cosa. Desde entonces mi amigo ha sido un admirador y defensor a ultranza de la revolución cubana, de Fidel, de Raúl, del Che y de Cienfuegos, como él llama a Camilo. Y de paso, también Chávez, Maduro, Evo, Correa, Lula y compañía cogen su cajita, están en su altar particular.
  - En Cuba hay educación y sanidad gratuita. Allí no hay prostitución ni delincuencia. Es el país más seguro del mundo. Me dijo una chica cubana, que vino para acá porque se enamoró de un español, que uno puede andar sin problemas por La Habana a cualquier hora, aún de madrugada, con una billetera llena de dólares.
  De hecho, él no acaba de explicarse los motivos que tuve para dejar atrás la maravillosa vida que se disfruta en mi país y venir a caer en esta sociedad capitalista injusta donde el dinero lo determina todo y los valores y los derechos no cuentan.
  Dos o tres veces por semana, le caigo en su establecimiento y me siento a conversar con él, entre un cliente y otro.
  - ¿Viste que Maduro habla con Chávez a través de un pajarito?
  - Eso es una mentira fabricada por la CIA y divulgada por los medios de la derecha.
  - Oye, que no, que yo mismo he oído cuando lo decía.
  - Tú eres anticastrista y te tragas cualquier cosa.

  Yo, a veces, lo jodo un poco, le busco la lengua:
  - ¿Por qué no te vas a Cuba?
  - Ganas no me faltan.
  - Pero esó sí, no vayas como turista. Pásate allí seis meses viviendo como un cubano de a pie. Y a la vuelta, hablamos.
  - Si pudiera me iría pero no puedo dejar el negocio.

  Estoy convencido de que un viaje a la isla que ha convertido en su mito personal, le destrozaría esa fantasía que tiene incrustada en la cabeza. Y él que, sin ser Einstein, es un tío inteligente, lo sabe. Por eso no se ha planteado nunca saltar el charco y darse una vueltecita por Centro Habana, El Fanguito o Cocosolo.
 

  El 25 de noviembre de 2016 falleció Quientúsabes. El 26 por la mañana, fui a ver al gallego. Lo encontré triste pero no preocupado.
  - El hombre se marchó pero la cosa está en buenas manos. La revolución cubana fue, es y será invencible.
  Dije al principio que mi amigo es ciego. Pero debo aclarar que su sentido de la vista funciona de maravilla. Su ceguera es mental.


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1 comentario:

  1. Bueno despues de tanta insistencia voy a decir algo,dale una patada en el delicado a ese gallego.PLEACE.

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