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sábado, 24 de diciembre de 2016

A CARLOS AVERHOFF, EN EL MOMENTO DE SU PARTIDA

   Estábamos en 1990 y yo andaba metido hasta el cuello en aquella absolutamente loca aventura que era la preproducción, en medio de las enormes dificultades y escaseces del Período Especial, de los 45 episodios de “Cantante”, una telenovela musical de muy compleja realización. Yo la había escrito y en la Dirección de Programas Dramáticos de TV Cubana me habían dado la luz verde.
    Jorge Aragón Oropesa, con sus melodías, y yo, con mis letras, habíamos creado nueve canciones para que las interpretara Mirta Medina, que haría de Mapi Rivera, la artista famosa cuya vida y milagros contaba la historia.
    Uno de los personajes principales era un saxofonista de jazz, integrante del grupo acompañante de Mapi, con el que ella vivía un romance durante la trama. Un momento clave de la relación entre ambos se producía durante una secuencia en la que ella cantaba “Necesito (verdadero) amor” y él hacía un solo en el puente de la canción. La interacción de juego amoroso entre la cantante y el músico se pondría de manifiesto por primera vez ante los televidentes.

   Cuando le pregunté a Aragón quién iba a tocar el solo de saxofón que se escucharía en la escena me dijo que Carlos Averhoff. Dos días antes de la grabación, había sido imposible contactar con él llamándole por teléfono.
    - Va a haber que ir a su casa.
    - ¿Y dónde vive?
    - Me parece que en Luyanó. No, espérate, creo que es por Lawton.

  
Era un sitio cercano a la iglesia de Jesús del Monte y hasta allá me mandé. Preguntando por aquí y por allá donde vivía un músico barbudo que tocaba con Irakere, poco a poco dí con su dirección (1). Recuerdo que era una casa y delante de la puerta de entrada, Averhoff había construído un espacio techado donde guardaba su automóvil. "Car porch" le llamaban a eso.
    Me recibió con aquella amplia sonrisa que le caracterizaba.

    - Coño, Ginori, ¿qué tú haces por aquí?

jueves, 15 de diciembre de 2016

A VER SI COJO CAJITA

   El pasado 13 de octubre, la Academia Sueca decidió aventurarse por un terreno pantanoso y pasarse por el forro los estatutos del Nobel, que establecen que ese premio debe entregarse a “escritores que sobresalgan por sus contribuciones en el campo de la literatura”. Y le dieron el preciado galardón a un letrista de canciones norteamericano llamado Bob Dylan.
   Vaya usted a saber lo fumados que estaban esos suecos el día que tomaron esa controvertida decisión que mete a Bob en el mismo saco donde están Tolstoi, Neruda, Thomas Mann, Faulkner y un timbalar de grandes literatos de renombre universal.
   No soy un conocedor de la obra de Dylan. Debe ser bueno en lo que hace porque hay mucha gente respetable, experta en el asunto, que lo afirma. Pero, por excelente que sea, por muchos valores que tengan los textos que escribe para sus piezas musicales, el tipo no pega en ese premio ni con cola ni con colina. Porque, señores, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

sábado, 10 de diciembre de 2016

SANTA CLAUS Y LOS CUBANOS


  Nosotros los cubanos, por tradición y por simpatía, toda la vida hemos sido de Melchor, Gaspar y Baltasar. De niños, cada fin de año sus figuritas estaban en los nacimientos de todas las casas, junto al recién nacido Jesusito, la Virgen que no era virgen y el irrelevante José. Por entonces, los chamitas escribíamos con letra temblorosa de recién alfabetizado una cartica que empezaba “Queridos Reyes Magos”, seguía con la mentirita de que nos habíamos portado bien, incluía una lista de regalos que queríamos que nos trajeran y terminaba con un beso y el garabato nervioso de nuestra firma. En la noche que iba del 5 al 6 de enero, metíamos aquel papelito lleno de ilusiones en un zapato que colocábamos debajo de nuestra cama y nos acostábamos temprano a dormir, con la cabeza repleta de pajaritos volando.

martes, 6 de diciembre de 2016

PERICO, CHARLIE Y LAS ILUSIONES PERDIDAS

  En el pueblo chico donde nació y se crió (¿Guane?, ¿Cruces?, ¿Calimete quizás?), a los Pedro le decían Perico, así que él fue un Perico más desde que tuvo uso de razón.
  En 1957, siendo un muchachón de 16 años, su viejo aprovechó una oportunidad de trabajo que se le presentó en La Habana y cargó con toda la familia para la capital.

  Cuando el 8 de enero del 59, la caravana triunfante de Quientúsabes abandonó el Malecón y subió por La Rampa, Perico lo recibió encaramado en la baranda del pasillo exterior de Radiocentro, agitando una banderita cubana y dando gritos. Y cuando el jeep del máximo líder pasó, él le cayó atrás y fue uno más en la exultante multitud que no paró hasta el campamento de Columbia.
  - Yo vi cuando la paloma se le posó en el hombro, yo estaba allí –contaba él, emocionado, una y otra vez durante muchos años.

sábado, 3 de diciembre de 2016

YO TENGO UN AMIGO CIEGO

YO TENGO UN AMIGO CIEGO
  Es un gallego buena gente, sencillo, afable, el dueño y único dependiente de un pequeño establecimiento de ésos que aquí en España se llaman “de barrio”, donde los vecinos van, no sólo a comprar sino también a relacionarse entre sí. Allí te puedes enterar de que anoche se suicidó un chico en el 104 o de que es un gimnasio lo que van a abrir en el local que están preparando al doblar, donde estaba la tienda ecológica que tuvo que cerrar por causa de la crisis.
  Nuestra amistad surgió hace varios años, una mañana en que, buscando algo que necesitaba, entré a su comercio. En cuanto intercambiamos dos frases, notó mi acento y me preguntó:
  - ¿Tú eres cubano?
  Aquel día, comenzamos una larga amistad de las que perduran en el tiempo, alimentada con conversaciones, que pueden ser más o menos largas pero siempre son amenas, en las que nuestras afinidades y contradicciones se ponen de manifiesto. Como debe ser, porque los buenos amigos no tienen que estar de acuerdo en todo.
  A pedazos, a lo largo del tiempo, yo le he ido relatando mi vida aunque, debo reconocerlo, no he logrado que él, que no es televidente, entienda en qué consiste exactamente el trabajo de director de programas de TV.
  Si no ha cumplido los 70, mi social gallego debe andar por ahí. O sea, que nació en plena dictadura franquista, una época que él describe como oscura, terrible.