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lunes, 30 de noviembre de 2015

viernes, 27 de noviembre de 2015

VÁMONOS AL FESTIVAL DE VARADERO

   A partir de 1965, el balneario matancero de Varadero ha sido la sede de varios festivales de música popular. Han tenido diferentes denominaciones pero en el fondo coinciden en sus objetivos y resultados centrales: el entretenimiento, la divulgación del trabajo de nuestros creadores e intérpretes, la promoción de nuestra maravillosa Playa Azul como destino turístico y el conocimiento directo por la población cubana de lo que se hace musicalmente en otros países.
Varadero, la vida misma

SI MAL NO RECUERDO… ME PARECE QUE…
   Cuando decidí abordar el tema de los festivales de Varadero, acudí a Internet para buscar documentación. Lo que me encontré es pura maraña, un revoltijo de datos, comentarios y referencias que van desde la verdad objetiva hasta la mentira pura y dura, atravesando por la ciénaga donde habitan las interpretaciones subjetivas y las memorias confusas que comienzan con el reiterado y peligroso “si mal no recuerdo…” o con su primo hermano “me parece que…”.


   ¿Estuvo alguna vez Rita Pavone en Varadero?
       ¿Massiel vino en el 67 o en el 70?
         ¿Moncho, el gitano del bolero, se burló o no de Martí?
           ¿Cómo se llamaba aquella polaca que se anunciaba como “El ángel negro de la canción”?
             ¿Qué volá con la soviética Alla Pugachova?
                ¿Alguien es capaz de jurar por su madre que vio al español Santi Castellanos cantando en el Anfiteatro de la Playa Azul?

   Algo parecido ocurre si se indaga en la red por el carnaval de La Habana. ¿Qué comparsas desfilaron por el Prado en 1947? ¿En qué año despojaron del título de Estrella a "La 14"?

   En cuanto a la historia de la televisión en Cuba, tres cuartos más de lo mismo. ¿Qué programas transmitió el Canal 6 el martes 13 de abril de 1954 o el sábado 22 de septiembre del 79? ¿Quiénes fueron los escritores de "Detrás de la fachada"?
   No estoy hablando de informaciones y opiniones sobre temas políticos o históricos, que abundan online. Me refiero a lo insuficiente y sesgado que resulta el tratamiento de nuestra realidad de ayer y de hoy en cuanto a cultura, deporte o sociedad. (1)
   Los que escribimos desde fuera echamos mano con demasiada frecuencia de nuestros no siempre fiables recuerdos, tamizados por el tiempo y la lejanía. Quienes lo hacen desde la isla en webs oficiales están condicionados por la línea editorial establecida por las autoridades y por cierta indolencia a la hora de meterse en camisa de once varas.

   Los encargados de las páginas institucionales del gobierno y de los medios de comunicación, ¿para qué contarte?, no publican una documentación completa y detallada ni aunque los cojas por el pescuezo.

BIENAVENTURADOS SEAN LOS RAROS
   Afortunadamente, existen adentro y afuera unos cuantos raros (2). Son aquellos que escriben en serio para la red. Hay que agradecerles su rigor, su paciencia y su habilidad para vencer las dificultades de acceder a buenas fuentes.
   Cuánta información detallada, cuánta historia, cuántos datos dormirán en los periódicos y revistas que se guardan bajo siete llaves, por citar un ejemplo, en la Biblioteca Nacional. Si queremos ser consecuentes con el futuro, todo eso hay y habrá que volcarlo en Internet. Por ello es tan importante el valioso trabajo de los raros.

LA TEJA ANTES DE LA GOTERA
   Para que no me critiquen lo que critico, pondré la teja antes de que caiga la gotera y les aclaro que no están completas las listas de países e intérpretes que participaron en los festivales Varadero 67 y 81 que aparecen en esta pieza.
   Solamente he incluido los nombres que provienen de fuentes que me han parecido fiables. (3)

miércoles, 18 de noviembre de 2015

PATRÁS, NI PA COGER IMPULSO

   Todo emigrante cubano atesora en su memoria un relato personal que jamás olvidará. Cada uno de nosotros, los que andamos regados por el mundo, recuerda como si fuese ayer, las circunstancias y los detalles de su salida de la maravillosa isla donde nos tocó nacer. El por qué, el cómo, el cuando de una historia, teñida por el desgarro, que en su día protagonizamos en singular pero que, al contarla o al compararla con las de otros, constatamos que también es plural porque la de uno es la de todos.
   Ésta es, muy resumida, la mía.

Loly Buján y Pedraza Ginori   /   Ourense, 1994

PRÓLOGO
   Creo necesaria una introducción. Como casi todos mis compatriotas, repudié la dictadura de Fulgencio Batista y recibí con alegría la llegada de los barbudos a la Habana el 8 de enero de 1959. Al frente de ellos venía un tal Fidel Castro, un tipo muy locuaz y carismático que instauró un nuevo régimen y durante años me comió el coco con sus promesas de un futuro luminoso de libertad, desarrollo, bienestar y todo el bla bla bla que ustedes conocen de sobra, porvenir maravilloso que nos llegaría trabajando duro, vivíendo con austeridad y sacrificándonos durante una nunca precisada cantidad de años.

   Nací en 1938, en Esperanza, Las Villas. Desde niño vi cómo de desigual era el mundo que me rodeaba. Siempre me gustó leer, estar atento a lo que ocurría más allá de los límites de mi pequeño pueblo. Me recuerdo con diez, once años devorándome las revistas y periódicos que llegaban al "casino de instrucción y recreo" del que era socio mi abuelo Antonio. Creo que fueron mis vivencias y mi inquietud intelectual las que provocaron que cuando la llamada revolución llegó al poder, ya yo tenía tres conceptos arraigados:
    la justicia social (me irrita que todos no tengan igualdad de oportunidades, que haya pobres muy pobres y ricos muy ricos, que haya seres humanos que se mueran por falta de medicinas, que los poderosos se pasen por el forro los derechos de los demás...),
      el materialismo (las religiones y todo lo que no esté basado en la ciencia me parecen una estafa para incautos y desesperados)
        y el anticapitalismo (nunca me gustó la economía de mercado, un sistema profundamente inhumano, donde prima la explotación, el abuso y el "sálvese quien pueda". Hoy, tras más de veinte años viviéndolo por dentro, sigue sin gustarme el capitalismo que me rodea. Lo mastico, porque no me queda otro remedio, pero no lo trago).

   Dichos tres factores resultaban buen caldo de cultivo para que germinasen en mi mente las ideas socialistas que proponía, con toda su labia, El Caballo Comandante en Jefe. Sí, sobre el papel, el socialismo pintaba bien. De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades. Cualquiera que estuviera a favor de un mundo con igualdad entre los hombres, podía comprarse con los ojos cerrados ese planteamiento y otros parecidos.
   Además de los tres conceptos ya citados, desde muy joven he tenido unas cuantas características personales que siempre me han acompañado, que han formado parte intrínseca de mi forma de conducirme por la vida: soy independiente, racionalista y respeto, por sobre todas las cosas, la verdad, la decencia y el talento.
   Si tenemos en cuenta todo lo anterior (justicia social, materialismo, anticapitalismo, independencia, análisis, consideración por unos valores) se entiende por qué, aún asimilando el discurso general de los primeros tiempos del fidelismo, nunca me integré en las filas de la UJC ni del Partido Comunista de Cuba. A dichas organizaciones no les gustaba yo. Y a mí no me gustaban sus métodos de conducta repletos de opacidad, conspiranoia, sectarismo, intolerancia, exigencia de lealtad ciega, en fin...
   Como a millones de cubanos, durante años se me fue acabando la gasolina que alimentaba mi simpatía por un régimen que decía una cosa y hacía la contraria y convirtió a nuestra isla en una finca medieval donde los dueños y sus cómplices vivían de puta madre y a los demás nos tocaba jodernos.
   En mi caso particular, ya estaba desengañado cuando llegó el fatídico verano de 1980, el de los acontecimientos del Mariel. La tapa a mi pomo se la pusieron aquellos crueles mitines de repudio auspiciados y protegidos por las autoridades revolucionarias contra personas que deseaban marcharse del país.
   Hasta entonces duró lo que veinte años atrás había nacido como un flechazo, después pasó a ser un amor, luego una convivencia matrimonial soportada por la rutina y al final una desilusión que lleva al divorcio.
   Hasta aquí el prólogo.

MIS OTROS FESTIVALES DE LA OTI / DE 1992 A 1995

   En la pieza titulada “FESTIVAL DE LA OTI 1991, DE LA HABANA A ACAPULCO”, accesible pulsando A Q U Í y publicada en este blog el 10 de noviembre de 2015, me referí a las circunstancias, características y desarrollo del concurso y los espéctáculos organizados por el Instituto Cubano de Radiodifusión para seleccionar la canción que lo representaría por primera vez en el festival internacional de canciones de la Organización de Televisoras Iberoamericanas.

   En el 91, logramos impacto popular y la cosa funcionó sin contratiempos, así que los responsables del ICRT apostaron de nuevo por mí y me encargaron, por segundo año consecutivo, la dirección general del, llamésmole así, OTI Cubano.

OTI CUBANO 1992 
   Sin el correcorre y la presión que nos agobiaron en 1991, esta vez pudimos trabajar con unos tiempos más relajados, que nos permitieron hacer las cosas de manera más sosegada. Por ejemplo, a principios de año lanzamos una convocatoria pública, que estuvo abierta durante tres meses, en la que pudieron participar todos los autores con residencia en Cuba, enviándonos la cantidad de obras que desearen.
   Los requisitos para concursar fueron los mismos que exigía la OTI en sus bases: las composiciones debían ser de temática amorosa, no podían tocar asuntos como la política y la religión, tampoco atentar contra lo que ellos denominaban “la moral y las buenas costumbres” ni excederse de tres minutos de duración.
   Cuando se cerró el plazo de admisión, teníamos sobre la mesa 1468 canciones procedentes de todas las provincias. Por lo visto, en nuestro país las obras musicales se daban como la verdolaga.
   Un comité de especialistas encabezado por el director musical Miguel Patterson y la pianista y autora Enriqueta Almanza se encargó de hacer un desmoche en busca de las veintitantas que yo necesitaba para armar el muñeco.
   Después de un paciente y cuidadoso trabajo, me entregaron 21 semifinalistas. Los siguientes pasos fueron hallarles intérpretes que las defendieran, orquestarlas, grabarlas y divulgarlas dentro de una campaña de promoción destinada a popularizar el evento.

   El calendario previsto tuvo en cuenta que OTI había programado su festival internacional los días 5 y 6 de diciembre, en la ciudad española de Valencia. Nosotros decidimos realizar nuestros shows de selección dos meses antes. Durante el primero de ellos, a celebrar el sábado 3 de octubre, presentaríamos todas las obras concursantes. A la noche del domingo 4, pasarían las diez que quedaran finalistas y de ellas surgiría, por decisión del jurado, la ganadora que nos representaría en España.

Festival de la OTI en el Teatro Principal de Valencia, España.

martes, 10 de noviembre de 2015

FESTIVAL DE LA OTI 1991, DE LA HABANA A ACAPULCO

   En marzo de 1971, se fundó en la capital mexicana la Organización de Televisión Iberoamericana, una asociación de empresas radicadas en España, Portugal y países de América que transmitían su programación en español o portugués. Posteriormente, cambió su nombre por el de Organización de Telecomunicaciones Iberoamericanas.
   Creada siguiendo los patrones de la UER (Unión Europea de Radiodifusión), entidad que había logrado una gran repercusión internacional con la celebración de un festival de canciones (Eurovisión), la OTI decidió crear una competencia similar de periodicidad anual en el que cada país miembro competía con una obra.
   La primera vez que se celebró, Madrid 1972, el certamen se llamó Gran Premio de la Canción Iberoamericana. Más tarde fue conocido como Festival OTI de la Canción o simplemente Festival de la OTI y su campo de acción original se amplió hasta incluir participantes de países como Estados Unidos, Canadá, Guinea Ecuatorial, Aruba y Antillas Holandesas.

   La trayectoria del Festival de la OTI (1) se puede dividir en tres etapas. Una primera, exitosa, que cubre desde su primera edición hasta finales de la década de los 80. Por entonces, participaban figuras de relieve internacional como los intérpretes Marisol, Camilo Sesto, Francisco, Denise de Kalafe, Daniel Riolobos, Cecilia, Dyango, José José, Emmanuel, Lupita D’Alessio, Ana Gabriel, Yuri, Mijares y  autores de la talla de Juan Carlos Calderón y Augusto Algueró.
   Desde entonces hasta mediados de los 90 el evento fue perdiendo interés en las grandes masas de televidentes a pesar de los esfuerzos que se hicieron para revivir sus mejores momentos. No se logró debido en gran parte a que el negocio de la música había cambiado sustancialmente desde los 70 y ya el OTI, sin la categoría, el relumbrón y el presupuesto de Eurovisión, había dejado de ser una plataforma interesante para discográficas, artistas y público.
   El tercer y último período del evento transcurrió penosamente, tratando de levantar cabeza, hasta que fue clausurado. Su última edición, la XXVIII, se celebró en México, en el año 2000.
   Empresarios mexicanos intentaron, sin éxito, realizar un OTI 2013.

METERLE MANO CON URGENCIA
   Desde 1991 hasta 1994 estuve vinculado a los concursos y programas en que se seleccionaron las canciones e intérpretes que representaron a la radio y televisión cubanas en los festivales internacionales OTI.
   En mi pieza “1991, El año en que el ICRT y Televisa fueron novios”, publicada en este blog el 29 de octubre de 2015 y accesible pulsando aquí 

he contado las circunstancias en que el Instituto Cubano de Radio y Televisión ingresó como miembro en la Organización de Telecomunicaciones Iberoamericanas.
   Extraigo algunos fragmentos:
   “Corría abril (de 1991) cuando se recibió en 23 entre L y M la invitación oficial para que participáramos por primera vez en el Festival de la Canción de la OTI, que ese año estaba programado para septiembre en el balneario mexicano de Acapulco.
En las bases del evento, se establecía que la obra de cada país debía ser la ganadora de un concurso nacional transmitido por televisión. La presidencia del ICRT me encargó que le metiera mano con urgencia a la organización y realización del certamen cubano, de manera que pudiéramos cumplir con el requisito exigido y plantarnos cinco meses después en el famoso balneario mexicano con una buena representación
”.
   Por cierto, cuando llegamos a Acapulco en diciembre para participar en el festival internacional, descubrimos que algunas delegaciones que allí estaban habían nombrado a dedo a su representante. Haciendo la vista gorda, la OTI aceptaba esta violación de su reglamento y permitía la participación. (2)