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lunes, 2 de diciembre de 2013

CON MÚSICA DE REY MONTESINOS

    En la década de 1960, yo había creado la música y el texto de algunos números, llamésmosles profesionales, que cantaron Tomás Morales, Ela Calvo y el cuarteto de Meme Solís. Y había realizado unas cuantas letras en español de canciones extranjeras, la mayoría destinadas a obras representadas en el Teatro Musical de La Habana. (1)
    Pero desde 1968 en adelante, dos factores me tenían frenado a la hora de componer. Uno era el hecho de que ya yo era director de televisión y podía darse el caso de artistas que cantaran mis creaciones no por su calidad sino como manera de acercarse a mí para que les programara. Recuerdo a un conocido y patético director de radio que incluía cantantes en sus programas con el propósito de dar a conocer sus obras que, por cierto, en general dejaban bastante que desear.
    Yo rechazaba verme en una situación parecida. A tal punto que, por ética personal, me prohibí poner mis canciones en mis programas. Regla que rompí en muy pocas ocasiones y siempre con una justificación suficiente para acallar al activo Pepito Grillo de mi conciencia.
   La otra razón por la que dejé por un tiempo la composición era que como amante de la música popular cubana que era, con parada y fonda en el filin, me daba cuenta de que las melodías que se me ocurrían no estaban a la altura de los buenos autores que tanto abundaban en Cuba. Hablando alto y claro: no me gustaban ni a mí mismo. Y entonces, como cantó el Benny, “¿para qué perder el tiempo?”.
    Resumiendo: en las letras me defendía pero concibiendo melodías, estaba matao. Y en eso apareció en mi camino Reynaldo Montesinos, un músico nacido en 1944. Los dos éramos de provincias, él pinareño y yo de Las Villas y por esas coincidencias de la vida, a los 17 años tomamos la misma decisión: hacer el matul y partir para La Habana, decididos a ampliar horizontes y cumplir nuestros sueños. 

A LA CONQUISTA DE LA HABANA
    Al llegar a la capital, Montesinos se fue dando a conocer por aquí y por allá hasta integrarse de lleno en el competitivo ambiente musical habanero de los 60. Poniendo moñas en su guitarra logró formar parte de los grupos de Moralitos, Eddy Gaytán, Frank Domínguez y Los Armónicos de Felipe Dulzaides. Cantantes de primera línea le llamaron para que les acompañara, entre ellos Elena Burke, Fernando Álvarez, Ela Calvo y Mireya Escalante.
Rey Montesinos

martes, 26 de noviembre de 2013

UN PESO DE MÚSICA, EL RICO SABOR DEL ÉXITO

    Eran los primeros meses de 1966 –bautizado como “Año de la Solidaridad”- y las cosas pintaban bien para mí. Comenzando enero, el Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR) me hizo un contrato en el que decía que yo era “Productor de Mesa”, cargo que, teóricamente, venía siendo una especie de asesor.
    Mis obligaciones consistían en ir por las mañanas al curso de formación de directores de televisión. Durante el resto del día me ocupaba en ser asistente de dirección de dos respetados creadores: Manolo Rifat y Ernesto Casas. El primero triunfaba los martes con su resplandeciente “Música y Estrellas” y Casitas mantenía un alto nivel de realización en su “Álbum de Cuba” de los domingos.
    Por entonces, aún no existía la figura del productor y un asistente era quien se encargaba de llevar pedidos a los departamentos de servicios, citar a los participantes y resolver algunos problemas -los menores-. que ocurrían en el proceso de preparación y realización de un programa. El cargo me daba la oportunidad de completar con conocimientos prácticos, la teoría que me impartían en el curso. O sea, de chocar con la realidad del día a día.

DOS REUNIONES COMO MÍNIMO
    La gestación de un programa musical semanal comenzaba a concretarse en una reunión llamada "de mesa". Generalmente la convocaba el director y se llevaba a cabo una vez al mes. Allí se perfilaban las ideas y líneas generales para los cuatro o cinco espacios del mes siguiente. Participaba el equipo humano responsable: director y su asistente, guionista, escenógrafo, director musical, coreógrafo, asesor (si lo había), y algún invitado que se considerase alguien necesario.
    Quince días antes de cada programa se hacía el colectivo, un encuentro en el que debían estar presentes todos los intérpretes que actuarían y, naturalmente, el director con su núcleo más cercano de colaboradores. Allí se precisaban los temas musicales que se presentarían, se concretaban las llamadas "producciones" (que eran tres o cuatro números que giraban alrededor de una idea central), se concebían las colaboraciones inusuales entre artistas (por ej: una soprano cantando con el Conjunto de Roberto Faz), se señalaban las fechas y horarios de las grabaciones de audio que se harían en Radio Progreso con la Orquesta del ICR y se decidía sobre todos y cada uno de los elementos del espectáculo. De este colectivo surgía la escaleta que servía al guionista para escribir el libreto.
   Imagínense al guajirito que era yo por entonces en una reunión de “Álbum de Cuba” en la que, además de Casas, estaban Esther Borja, Adolfo Guzmán, Ramón Calzadilla, el dúo de las Hermanas Martí, Marta Justiniani, Mario Romeu…
    O en otra, de “Música y Estrellas”, con Rifat, el guionista Orlando Quiroga, el escenógrafo Ignacio Travieso, el dibujante y caricaturista Arístide, la presentadora Eva Rodríguez, el coreógrafo Luis Trápaga y un desfile de destacados artistas como Elena Burke, Meme Solís, Marta Strada, Georgia Gálvez, Las D’Aida, Bobby Jiménez, Los Bucaneros, Luisa María Güell, Los Modernistas, Pacho Alonso, Rafael Lay (de la Aragón), Aurelio Reinoso, Yolanda Brito, Raúl Gómez, Gladys González y Cristy Domínguez…
    Yo era una esponja, absorbiendo experiencias en cada ocasión. Presenciar sus aportes al programa en construcción y el intercambio de ideas de todas estas figuras se convertía para mí en una lección de profesionalismo y maestría. Con algunas ya me había relacionado por haber trabajado con ellas en Radio Progreso o en el Teatro Musical de La Habana. Pero esto era otra cosa. Allí, en aquellos interesantes colectivos, les fui conociendo a lo cortico, tal y como eran lejos de la presencia del público y ellas supieron que yo existía, lo que me sirvió de mucho posteriormente.

jueves, 31 de octubre de 2013

martes, 29 de octubre de 2013

ESTRELLA Y LUCEROS DEL CARNAVAL DE LA HABANA 1970

INTRODUCCIÓN
    Cuba, a mediados de 1970. Tras el reciente y estrepitoso fracaso de la zafra de los 10 millones que iban pero que no fueron, el país andaba cabizbajo, medio depresivo ante la evidente realidad de que, a pesar de los esfuerzos y los sacrificios, no siempre se triunfaba. Y ese sentimiento de derrota, de gran abatimiento colectivo, no era el adecuado si se quería seguir contando con el favor de las masas.
    Así que alguien consideró que lo mejor para sacudir el muermo era, dado el carácter fiestero del cubano, darle alegría a su cuerpo macareno (1). Y se decidió hacer los carnavales más carnavales de todos los carnavales. Desde la capital hasta el pueblito más pequeño y perdido, las autoridades botaron la casa por la ventana dotando de presupuesto y recursos suficientes a las carrozas y comparsas, sacaron a la venta la jama y la bebida que andaban perdidas y crearon el ambientazo. El perico de Tata Güines y sus Tatagüinitos se puso a llorar y la gente a bailarlo y a tirar hacia arriba los envases de perga llenos de cerveza mientras los vigilantes hacían la vista gorda porque las órdenes eran que el pueblo se divirtiera.


EL TABLOIDE QUE SACÓ PALANTE
    Terminando junio, en La Habana ya había finalizado, en todos los niveles –de cuadra y centro de trabajo parriba-, el proceso de selección de las estrellas y luceros del carnaval. En el semanario Palante estaban preparando un suplemento humorístico que iban a repartir gratuitamente a los asistentes a la gran final que se celebraría en la Ciudad Deportiva. Y como yo caía por la sede de la publicación semana sí semana también, mis amiguetes de la redacción, con el inefable Betán a la cabeza, me pidieron que colaborara con ellos. El cabo que les iba a tirar consistía en entrevistar a las 120 candidatas finalistas, ni una menos.
    Parecía un embarque pero resultó un vacilón, ya que se trataba de un contingente de jebitas en muy buen estado, que habían pasado por no sé cuántas eliminaciones desde la base. Eso significaba que ocupaban el primer lugar de belleza y simpatía entre las 4000 que se habían presentado al certamen en la capital y sus alrededores. Algunas de ellas, todo hay que decirlo, eran monumentos que andaban por encima del primer lugar. Por lo que la tarea resultó agradable tirando hacia very nice. Cada tarde, durante una pila de días, en la sede de la Comisión del Carnaval (calle Cárcel casi esquina a Prado), estuvimos varios compañeros haciéndoles preguntas supuestamente graciosas a las chicas en busca de respuestas chispeantes y divertidas que a veces aparecían y otras muchas no.

EL REPORTAJE PARA LA REVISTA CUBA
    Yo era colaborador habitual de la revista Cuba Internacional y propuse a su dirección realizar un reportaje sobre la estrella y los luceros. Me aceptaron la idea. Lo armé con cuatro elementos: la ceremonia de selección final, las respuestas que le habíamos sacado a las muchachas para Palante, notas que se publicaron en la prensa en aquellos días y el material que nos dio una entrevista colectiva que le hicimos a las siete triunfadoras en la sede de la revista.
    Como todo aquello de elegir reinas de belleza me parecía una costumbre machista a superar, le entré al tema con cierta distancia. Utilicé la ironía y la sátira para que se notara mi falta de identificación con el asunto pero no obtuve un buen resultado. Me faltaba la maestría periodística que me hubiese ayudado a transmitir lo que quería. Así que no quedé contento con el reportaje. Una vez que lo vi impreso, me pareció confuso, embarullado, desordenado, tanto en forma como en contenido.
    De todas maneras, creo que puede resultar interesante leerlo hoy para recordar situaciones y analizar cómo las costumbres y usos de la época republicana, a más de once años del 1 de enero del 59, mantenían su vigencia y luchaban por pervivir en la nueva era.
    A pesar de que no me gusta este material, hoy lo reproduzco como un ejercicio de lealtad y honradez conmigo mismo y con ustedes, los que me leen. No siempre voy a publicar aquellas cosas de las que estoy complacido, ¿no?

LLEGÓ EL TIEMPO DE LAS ESTRELLAS
  Reportaje sobre la Estrella y los Luceros del Carnaval 1970 de La Habana.
    Escrito por Pedraza Ginori
      y publicado en la revista Cuba (Internacional), edición de octubre del 70.
Fotos de Sonia Zalacaín, Ernesto Fernández, José A. Figueroa y Nicolás Delgado.



domingo, 20 de octubre de 2013

¡GUAPO AHÍ, MIGUEL GINARTE!

    "Hay hombres que luchan un día y son buenos.
    Hay otros que luchan un año y son mejores.
    Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
    Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles".
                                                                           Bertolt Brecht



    Lo primero que supe de él fue que era un guajiro que se dedicaba a surtir de caballos y otros animales a los programas de televisión. Si un director o productor necesitaba una vaca, rellenaba una solicitud, la entregaba en el Departamento de Facilidades y se despreocupaba. Miguel Ginarte se encargaba de que el día tal, en el estudio tal, estuviera la res dispuesta para “ensayar” a la hora tal y “actuar” a la hora tal.
    En una institución como Televisión Cubana, en que nada era seguro, Miguel lo era. En mis treinta años de trabajo allí, no sufrí un problema provocado por algún animal que no llegó en forma y a tiempo. Mi experiencia era idéntica a la de otros compañeros directores y productores. Yo no fui de los que necesitaban muchos animales en mis programas pero jamás escuché a alguien decir que Ginarte le fallara. Ya podían los guionistas de "Aventuras" imaginar una gran batalla campal entre mambises y españoles porque tenían la seguridad de que las respectivas caballerías estarían listas a la hora de grabar.

    Con el tiempo, fui aprendiendo que Miguel no sólo era el que suministraba animales. En la finca de Miguel, de Siboney y Pabexpo para dentro doblando a la derecha, existía todo un centro de servicios para la producción. Se impartían clases de equitación a los actores, actrices y extras, se filmaban las escenas que se desarrollaban en el campo, existían viveros en los que crecían varios tipos de árboles y plantas, un laguito en el que nadaban las aves y se guardaban carruajes, sillas de montar, accesorios y mil y un trastos supuestamente inservibles que él había ido recogiendo de aquí y de allá para resolver problemas en los programas de la tele, películas del ICAIC y eventos de Cultura y otros organismos que atendían él y sus muchachos.
    Aquellos terrenos (dos kilómetros de largo por medio de ancho) que él administraba y cuidaba con esmero, también servían para el esparcimiento y disfrute de mucha gente. Aunque nunca caí por allí, era vox populi que dirigentes, militares, funcionarios del ICRT y sujetos de las alturas se pasaban por la finca –no pocas veces acompañados de hijos, esposas y amigos- a cabalgar gratis sobre las bestias de Miguel. Las mismas que él cepillaba, bañaba, alimentaba, curaba y cuidaba cuando ellos, los aprovechados, se marchaban.
    Siempre he pensado que atender a esta pandilla, resultaba una penitencia que él soportaba estoicamente, como una actividad de relaciones públicas con el poder, absolutamente imprescindible en Cuba para mantener funcionando aquel sitio.

sábado, 12 de octubre de 2013

TV CUBANA: JABONEROS, DEMOLEDORES Y QUIJOTES (Parte 1, featuring Papito Serguera)


LA ENTREVISTA
    Fragmento de la entrevista realizada a Jorge Serguera Riverí, alias “Papito”, quien fuera presidente del Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR) desde 1967 hasta 1974, por Ernesto Juan Castellanos y publicada en su libro “John Lennon en La Habana with a little help from my friends” (Ediciones Unión, 2005). (1)  
    Pregunta: ¿Cómo estaba estructurado ese organismo entonces?
    Respuesta: Cuando yo llegué no había realmente tal estructura organizativa. Tanto la radio como la televisión estaban entramadas de manera caótica. No existía una estructura de programas tampoco. Ésa la establecían los propios directores de los programas. A ello había que añadir un vicio: esa falta de estructura y de organización dio lugar a una parcelación en la programación. Existía el programa de Fulano, de Fulana, de Mengano y de Esperancejo. Y ya eso era clásico.
Jorge Serguera
     Quiere esto decir que lejos de responder a un proyecto cultural, la programación respondía a intereses personales, y ello generó problemas que luego fue difícil combatir y suprimir.
    Como tú comprenderás, la dirección de un aparato de aquella naturaleza no podía estar en manos de un solo hombre. Así, un grupo de compañeros y yo organizamos la estructura del ICR en pos de una mejor calidad de la programación. Y acabamos con el caudillismo, la jefatura, los dueños de programas y los males que persistían, que era muy fácil ver a dónde conducían. Si tú eras director de un espacio musical y venía una muchacha bonita a quien le gustaba cantar, tú sabes que eso terminaba en la cama. Había una cola enorme.
    Te puedes dar cuenta de que todo eso se prestaba a una cadena infinita de problemas, que incluso me atribuyeron a mí, porque la gente decía: “¡Papito acabó en el ICR!”
    Cuando yo comencé en el ICR, allí había mucho desorden, porque todo el mundo se sentía dueño de aquello. Y al yo tomar medidas para erradicar eso, se perjudicaron, como tú comprenderás, cientos de intereses. Y tantos intereses perjudicados no iban a quedarse callados. Esa contradicción, de la única manera que te la puedo explicar en una etapa en la que tuve que acabar con los intereses predominantes y establecer nuevas reglas de funcionamiento y organización, dio lugar a la desaparición de los mediocres. Algunos se fueron para los Estados Unidos, otros para sus casas y otros para otros ministerios. 

    Cuando yo era chiquito y en el patio de mi escuela pública José Martí, durante el recreo, se armaba una pelea entre condiscípulos, la señora Herminia ponía orden separando y regañando a los contendientes. Para evitar el castigo -una hora de pie en la dirección-, la disculpa más usada era:
    -- Maestra, él empezó primero.
    En esta ocasión, Jorge Serguera empezó primero. Y, por respeto a la verdad y a los profesionales que hicieron la radio y la televisión por aquellos años que él menciona, la enorme mayoría de ellos personas decentes que no se merecen esas acusaciones y comentarios, creo que debo escribir algo al respecto.
    La entrevista me causa una mezcla de pasmo, conmoción y desprecio. Es difícil asimilar que alguien pueda ser tan caradura.
    Entré en el Instituto Cubano de Radiodifusión alrededor de un año antes que Serguera. A pesar de lo mucho que ha llovido, conservo claros en mi memoria los recuerdos suficientes para establecer que este señor, que dejó una huella en Radiocentro peor que la de un huracán de categoría 5, mintió, tergiversó y manipuló más que habló en estas declaraciones en las que intentó, patética e inútilmente, lavar su imagen soltando calumnias y trolas a tutiplén.
    Los que vivimos -sufrimos- su época al frente del ICR, conocemos perfectamente cómo se las gastaba este Papito, presuntuoso y creído, que se paseaba por los pasillos con cachorro de león y para quien el edificio de 23 y M era un lugar al que ir a pasar el rato mirando películas, jugando ajedrez y ligando mujeres, a ser posible jóvenes.
    Lo siento si sus hijos consideran ofensivas mis palabras o la triste reputación de censor y represor que se labró a pulso, pero cada uno debe apechugar con los pecados del padre que le tocó.

TV CUBANA: JABONEROS, DEMOLEDORES Y QUIJOTES (Parte 2: La paloma se equivocaba, se equivocaba y aún no ha rectificado)

Ésta es la continuación (y final) de mi artículo denominado
JABONEROS, DEMOLEDORES Y QUIJOTES (Parte 1, featuring Papito Serguera), publicado el 12 de octubre de 2013, al que recomiendo tirarle un vistazo antes de leer lo que viene a continuación.
Lo encontrarán, pulsando el siguiente vínculo:

El blog de Pedraza Ginori - TV Cubana: Jaboneros, Demoledores y Quijotes (Parte 1, featuring Papito Serguera)

    Incluyo a continuación las definiciones básicas, que establecí en la primera parte, imprescindibles para comprender lo que leerán en la presente entrada.
    Jaboneros: personas forjadas en el mundo de la publicidad y la creación radiotelevisiva previas a 1959, que dominaban el mundo audiovisual capitalista y sus entresijos. En los primeros años de la revolución se incorporaron a ésta poniendo sus habilidades, métodos de trabajo y experiencia al servicio del nuevo orden. Ocuparon puestos de responsabilidad en la organización y programación. En su mayoría, eran profesionales que apreciaban el talento, lo apoyaban y lo promovían. Fueron borrados del mapa.
    Demoledores: dirigentes y funcionarios que tomaron el control del ICR a mediados de los 60 y lo mantienen hasta hoy. Su característica fundamental es la obediencia ciega. Se apuntaron con devoción a la teoría de las alturas que plantea que toda crítica, incluyendo la sana, es contrarrevolucionaria. Responsables y cómplices de que el organismo sea una férrea y superpolitizada estructura de intolerancia y censura, cuyo único objetivo es la defensa a ultranza de la revolución. Para ellos, la televisión es un altavoz para divulgar mensajes políticos y “verdades” oficiales irrefutables. En general recelan de los artistas, desconfían de los creadores y, aunque no lo reconocen en público, la cultura les asusta. Proyectan imagen de invulnerabilidad pero, como se ha demostrado más de una vez, se les puede derrotar si se les ataca con inteligencia.
    Quijotes: creadores y colectivos que creen que la televisión es un medio de difundir obras de arte, buen entretenimiento y mensajes que contribuyan al mejoramiento del ser humano. Colándose por los intersticios de un sistema obsesionado por vender productos en los años 50 e ideas políticas desde los 60, han logrado burlar interferencias y trabas dejándose la piel y la salud mental en ello y consiguieron producir grandes momentos de la historia de nuestra televisión.

LA PRIMERA DE DOS DIGRESIONES NECESARIAS
    Un ejemplo que deseo poner, por clarificador, es el de un jabonero con gran experiencia adquirida en cargos de responsabilidad en Crusellas. El hombre se las sabía todas. Para él, el programa era un producto que se elaboraba en una fábrica denominada televisora. Nombrado responsable de programación de TV Cubana a mediados de los 60, tenía establecido un método heredado del capitalismo por el que su mañana de trabajo la dedicaba a enjuiciar las transmisiones de la noche anterior. Por su oficina iban desfilando directores, escritores, escenógrafos, intérpretes y otras personas vinculadas a los espacios. Reuniones intensas y muy críticas en la que se analizaba cada detalle, cada error, cada dificultad, cada logro. Una vez desmenuzado el programa de ayer y fijados los aspectos a mejorar, se pasaba el foco de interés al de la semana próxima: ¿de qué va el libreto?, ¿quién actuará?, ¿cómo solucionar el problema que tuviste con la utilería?, etc.
    En mi carácter de asistente de dirección, tuve la oportunidad de acudir regularmente y puedo dar fe del rigor y la seriedad que presidían aquellas sesiones. A veces no estuve de acuerdo con lo que se planteaba, por ejemplo: que Rosita Fornés debía vestir en su show semanal como las amas de casa afectadas por las escaseces y no como una vedette con plumas y lentejuelas. Pero años después eché mucho de menos aquellas discusiones centradas en el programa, que desaparecieron como sistema para dar paso a juntas y asambleas descafeinadas que, en las contadas ocasiones en que se celebraban, servían simplemente para que el analfabeto televisivo que las presidía regañara a quien se había salido de la línea trazada y bajara orientaciones políticas y/o absurdas.

jueves, 26 de septiembre de 2013

CUSO GUARAÑICO, A GUITARRAZOS POR LA VIDA

    El 19 de septiembre de 2013, en la página “Los guaracheros de Miami” de Facebook, apareció publicado el siguiente anuncio: 
    Estoy cocinando la versión de Los Guarañicos USA, agrupación musical al estilo de los viejos septetos típicos tradicionales, con un repertorio inédito que recoge temas actuales con sabor añejo. Necesitaré más adelante la cooperación y apoyo de los miembros de este grupo con su entusiasmo y activismo, para difundir la obra que va a salir al bate, en busca de dar un jonrón que aprecien todos los cubanazos amantes de la música cubana.
    Quizás nos vayamos tan lejos como de hacer un grupo donde la marímbula y la botija hagan la función del bajo para dar la autenticidad autóctona de las primeras agrupaciones campesinas que interpretaban el son cubano y las guarachas picarescas de tiempos de Ñañá Seré, pero que hoy, al ser refrescada con temas de estos tiempos, se logre una agrupación sui generis para el disfrute de todos.
    Estoy receptivo a un casting de treseros para formar parte de este grupo. Ya poseo trompetista y bongosero así como un cantante alternativo. La guitarra la pudiese tocar yo pero si algún guitarrista interesado me contacta para ingresar en el grupo, le cedo la plaza y yo tocaré percusión menor y cantaré para darle el espacio. El grupo debe estar entre los 7 u 8 miembros teniendo en cuenta al marimbulero y al botijero. Llamar al (786) 623-1661 Preguntar por Cuso.

    Ustedes se preguntarán ¿por qué Ginori ha reproducido en su blog la oferta que hace este señor para formar un grupo musical? ¿Quién es Cuso?

 
LA AUDICIÓN EN MAZÓN Y SAN MIGUEL
    En enero del 83 me hice cargo de “Para bailar”, el fenómeno televisivo de los 70 creado por Eduardo Cáceres Manso que los dirigentes de Televisión Cubana, con la miopía que les caracterizaba para asuntos de programación, mantenían en el aire aunque ya había cumplido y requetecumplido su ciclo vital. Con una tristona competencia de bailes como eje central y algunas variedades musicales, el programa se había convertido en una patética caricatura del gran exitazo que había sido.
    Con el espacio, heredé unos castings que se hacían los miércoles por la noche en los estudios de Mazón y San Miguel. Pensé que era una excelente oportunidad para descubrir gente nueva y de hecho lo fue.
    Un día se apareció un joven que, no sé por qué, me pareció guajiro.
El tipo era el clásico descarado cubano, simpático y locuaz. Me dijo que él había formado y dirigía un conjunto musical de aficionados que hacía humor y quería que yo les viera. Vinieron a hacer una audición. Me gustaron y decidí programarles.
    Su formación era similar a la de los grupos campesinos, de los de tierra adentro. Tenían un repertorio propio compuesto por su director, autor de letras y melodías. Eran guarachas en las que trataban aspectos de la vida cotidiana y anécdotas musicalizadas. Se habían bautizado Los Guarañicos: “guara” de guaracha y “ñico” por su referente, el célebre autor Ñico Saquito. En lo que hacían resultaba evidente la influencia de “María Cristina me quiere gobernar" o “Cuidadito, compay gallo”.


UNA CARRERA METEÓRICA
    Debutaron conmigo a lo grande el viernes 26 de marzo del 83 en el teatro Karl Marx, en un espectáculo titulado “Se soltó Papillon” en el que alternaron con un elenco de primera línea en el que estaban Eloísa Álvarez Guedes, Reinaldo Miravalles, Erdwin Fernández, Carlos Montezuma, Virulo y su Conjunto Nacional de Espectáculos al completo, Daniel García (Juan Primito), Ruiz de la Tejera, Jorge Guerra y otros. Aunque a Los Guarañicos se les veía verdes, el público les recibió bien. No desentonaron, que ya es mucho decir. Tenían mucho potencial, era algo fresco por desarrollar y le metían a las guarachas, algo que nadie (excepto Virulo, pero en otra onda) estaba haciendo. Me acuerdo del entusiasmo que por ellos mostró Miravalles.
    Al día siguiente de su debut en el KM, actuaron en el Canal 6, en la última grabación que hice de “Para bailar” que, al fin, estaba recibiendo su puntillazo final. En abril les incluí en el espectáculo de clausura de la Bienal Internacional del Humor, en San Antonio de los Baños. En junio les programé otra vez en televisión, en “Joven Joven”, donde los pepillos los recibieron muy bien. A principios de julio me atreví a llevarlos a Santiago de Cuba, a un evento que se llamó FestiHumor XXX Aniversario (se anunció como Festival Nacional de Humor), organizado por el ICRT y que se celebró en un gran escenario en el Parque Céspedes, donde actuaron junto al elenco de “San Nicolás del Peladero” y muchos otros intérpretes destacados, con libretos de Núñez Rodríguez, Carballido Rey y Évora Tamayo.
    De mi mano pero gracias a su calidad y a su repertorio, Los Guarañicos se estaban colando y su futuro inmediato era prometedor. No podían ir en otra dirección que no fuera para arriba. Pero fue visto y no visto. Un día el director me dijo que el grupo se había desintegrado, que iba a formar otro y que cuando lo tuviera listo me avisaría. Pero nunca lo hizo. Le perdí la pista. Con el tiempo, pensé que se había pirado de Cuba y hasta fui olvidando su nombre.


CUSO GUARAÑICO RIDES AGAIN
    En el mes de julio pasado, el gran humorista cubano Pepe Pelayo publicó en su web una crónica sobre la historia de su grupo La Seña del Humor de Matanzas y en ella incluyó un repaso a las figuras del género en los años 80. Cuando la leí, noté que faltaban Los Guarañicos. Le sugerí a mi social Pepe que les incluyera y él, que no les conocía, confió en mí y aceptó mi sugerencia.
    El 31 de julio, mi amigo Mario Barros, quien creó y dirigió en Cuba el grupo humorístico Lenguaviva y se había leído también el mamotreto de Pelayo, me dijo que el guarañico director había trabajado con él, que llegaron a establecer una buena amistad, que vive en Estados Unidos, se llama Jorge López y tiene una cuenta en Facebook a nombre de "Cuso El Guarachero Viboreño”.

    Le envié un mensaje y la respuesta de Cuso no se hizo esperar:
    Recuerdo con alegría todo el apoyo que usted nos brindó y las experiencias que viví gracias a su labor para con nosotros. Le comento que he seguido componiendo guarachas, canciones, sones y boleros, como que sigo dándole guitarrazos a la vida. Desde 1996 vivo en Miami. He intentado rehacer el grupo, titulándolo aquí como "Guarañico USA" pero hasta el momento no ha sido posible.
    Sepa que siempre le estaré agradecido, de por vida. Espero sigamos comunicándonos.

    Cuso es todo un personaje, campechano y luchador que, a pesar de vivir desde hace mucho en el extranjero, no ha perdido ni un gramo de su cubanía. Me hizo llegar algunos recuerdos y anécdotas de su vida personal y de la historia de Los Guarañicos. Me parecieron interesantes y reveladores de ciertas situaciones que se vivieron en Cuba, un país donde la bohemia era el nombre de una revista y los bohemios no encajaban en absoluto. Así que le pedí que ampliara el texto, con la idea de darlo a conocer en este blog. Él, amablemente, accedió y se puso a escribir.
    Si alguna cosa me precio de tener en lo relacionado con el mundo del espectáculo es olfato. Y estoy convencido de que a Cuso le aguarda aún una linda carrera por delante. El día de mañana, cuando sea famoso, los investigadores y cronistas de la música cubana que escribirán sobre él tendrán un valioso material de referencia en este relato suyo, que publico con mucho gusto a continuación. Disfrútenlo.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

PIÉRDETE, QUE ESTÁN RECOGIENDO


Barrio de El Vedado, Habana, Cuba

    En los 60, si uno estaba dispuesto a soportar el via crucis de una cola, tenía a su disposición varios sitios desperdigados por el Vedado, llamados oficialmente "unidades gastronómicas" y popularmente "matahambres".
    Entre ellos, las cafeterías de los hoteles Riviera, Nacional y Habana Libre, la del patio del Focsa, El Carmelo de 23 y el de Calzada frente al Amadeo, La Cocinita de Paseo llegando al Malecón, La Pelota de 12 y 23, la Arcada de Radiocentro (que para muchos era La Arqueada)…
    En ellos se podía comer un tentempié o una merienda. Nada del otro mundo pero habíamos entrado en los años del "algo es algo" y nos conformábamos con lo que dieran. Recuerdo los bocaditos de pan con pasta, los dulcecitos, los helados "cómetelo pronto antes de que se derrita" y aquellos refresquitos tibios hechos con colorante, al que la inderrotable chispa criolla bautizó como "meao de vieja".
                                                        Esquina de 21 y N

EL PARQUE DE MI PUEBLO EN PLENO VEDADO 
    Nacido y criado en una pequeña localidad de provincia, la esquina del capitalino hotel Capri, la de moda en el Vedado, me recordaba al parque de mi adolescencia villareña, cdonde la gente pasaba las noches conversando, cogiendo el fresco y paseando alrededor de la glorieta en la que tocaba la Banda Municipal. En definitiva, la Habana de aquella primera década revolucionaria, encerrada en sí misma y que había dejado de ser una ciudad cosmopolita, ¿qué era sino un enorme pueblo de campo?

DONDE SE LIGABA, QUE NO ERA POCA COSA
    Desde hacía tiempo, N y 21 se había ido consolidando como un punto preferido de encuentro de mucha peña, en su mayoría jóvenes que girovagaban por allí cada día y, sobre todo, cada noche.


    El núcleo central de aquel agujero negro que atraía al personal era la cafetería del Capri. En ella se comía, se bebía, se conversaba, se pasaba un buen rato entre amigos y, si se terciaba, se ligaba -que no era poca cosa-. Lo cierto es que se había colgado la medalla de sitio más in del Vedado, aunque en aquella época jamás habíamos oído hablar del calificativo in y lo usual era decir que tenía onda o caché.

    Nunca se sabe con certeza qué factores hacen que las personas se inclinen hacia una unidad gastronómica desestimando a otras. En este caso podríamos hablar de su ubicación a cien metros del epicentro de la vida nocturna que era La Rampa, de la facilidad con que se accedía directamente desde la calle N (sin que hubiera que entrar al hotel como tal), a que la espera de su cola resultaba relativamente pequeña, de la variedad de su oferta, de sus precios asequibles y de la diligencia con que atendían sus camareros. Pero, por encima de todo eso, creo que su predominio sobre los demás matahambres obedecía a la presencia frecuente en sus instalaciones de gente del faranduleo -entendido en su concepto más amplio-, lo que le aportaba un toque especial.

A VER LO QUE CAE
    Al Instituto Cubano de Radiodifusión no había llegado aún el video tape como opción generalizada así que los programas de Televisión Cubana se hacían en directo. Como a los que trabajábamos en el ICR, el Capri nos quedaba a una cuadra de los estudios del Focsa y a apenas dos de Radiocentro, se hizo costumbre que los artistas, directores, escritores y técnicos, antes o después de las transmisiones y ensayos, nos diéramos una vuelta por allí. Muchas veces no íbamos a consumir sino a disfrutar de la atmósfera, “a ver lo que hay” o “a ver lo que cae”.


CADA LOCO CON SU TEMA
    Además de la fauna televisiva, otros habituales de la cafetería y sus alrededores eran quienes trabajaban en los cabarets de la zona, pepillas en busca de autógrafos, pepìllas en busca de otras cosas, clientes del hotel, diseñadores, gente de teatro, estudiantes, homosexuales, melenudos, muchachos cuyas vestimentas y pelambreras destacaban por su originalidad y algunos ejemplares de grupúsculos considerados entonces estrafalarios –ahora les llamarían tribus-, que se movían fuera de las conductas gratas a los que dirigían el país. (1)
    Que yo recuerde, el ambiente allí era apacible, nadie molestaba a nadie, cada uno en lo suyo. Una familia “normal” de padre, madre e hijos pequeños podía ocupar una mesa junto a la de un grupo de “raritos” y todo corría sin problema alguno, sin que la presencia de unos perturbara a los otros. En definitiva, hablamos de un lugar con buen rollo para ir a pasar un rato agradable en compañía de tus semejantes.

CAMBIO DE TERCIO
    Dejemos por el momento la movida de 21 y N y su cafetería y adentrémonos en una historia que se desarrollaba al mismo tiempo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

¿QUIÉN ES EL ÚLTIMO?

    La cola, tan criolla como las palmas, ha sido un fenómeno sociológico característico de nuestra nación en las últimas seis décadas.
    ¿Qué cubano de las últimas generaciones no se ha preguntado qué cantidad de horas, cuántos valiosos minutos de su única e irremplazable vida malgastó haciendo filas? A pesar de vivir en España por más de dos décadas, no puedo quitarme de la cabeza esa agobiante sensación de pérdida que me dejaron para siempre, como secuela, los innumerables ratos míos tirados a la basura durante las colas que hice en cafeterías, bodegas, terminales, pizzerías, paradas de omnibus, tiendas, oficinas, talleres, etc. 
    Yo pertenecí a ese mayoritario segmento de la sociedad civil cubana llamado "población". Debido a esa situación, viví muchos años en el país de "¿Quién es el último?", en un reino de lo real no maravilloso en el que para obtener algo -hasta la más mínima cosa- uno tenía que entregar a cambio no sólo dinero, esfuerzo o papeleo burocrático sino, además, el bien más preciado de un ser humano: su tiempo.

¿PERO TÚ TE CREES QUE ESTAMOS EN EUROPA? ESTO ES CUBA, MI HERMANO


    Marcar en una cola era penetrar en un túnel de intranquilidad, caminar pasito a pasito en una procesión laica marcada por la preocupación, el agobio y la inseguridad.
    Los afortunados que habían viajado a Europa contaban que allí uno se colocaba detrás de alguien y aguardaba unos minutos, tranquilamente, a que le tocase su turno. Pero eso era allá lejos, en los países. Esto era Cuba y aquí las cosas eran diferentes.
    Lo de menos era la espera, que se hacía pesada e interminable. Lo más jodido de una cola eran sus molestos e inevitables complementos, cualquiera de los cuales podía ser el germen de una discusión que podía terminar en una salación:
        el chico que pedía turno y se iba para regresar media hora después con tres o cuatro más
        la mulatona que buscaba integrarse en un puesto delantero jurando haber marcado detrás de uno bajito con una camisa de rayas que ahora no aparecía

        los colaos con sus infinitas variantes: el agresivo, la suplicante que daba lástima, el "despistado", el social o pariente agregado a última hora, etc.
      el molote cerca de la entrada cuando el desagradable y todopoderoso portero anunciaba con voz firme: “Fíjense, voy a dejar pasar siete más y cierro por hoy
    En fin, ¿qué les voy a contar?

martes, 10 de septiembre de 2013

JUAN PADRÓN HABLA SOBRE VAMPIROS EN LA HABANA

    El pasado 5 de septiembre de 2013 publiqué en este blog mi “CARTA A JUAN PADRÓN, POR SI ACASO”, que pueden leer pulsando este vínculo:
    El día 9, el autor de “Vampiros en La Habana” me envió, como respuesta, un interesante texto que agradezco mucho y que doy a conocer aquí con su consentimiento. En él, Juan cuenta con detalle las interioridades y dificultades del proceso de creación de su magnífica obra.
    Además, Johnny Terrori tiene la gentileza de tratarme de “socio” y de “tigre”, dos de los calificativos más entrañables que se me puedan dirigir.
    Disfruten el mensaje a continuación:
 

jueves, 5 de septiembre de 2013

CARTA A JUAN PADRÓN, POR SI ACASO

                       Juan Padrón, nacido en 1947, es caricaturista, realizador de dibujos animados, 
                                            ilustrador, historietista, guionista y director de cine.

Galicia, 5 de septiembre de 2013

Sr. Juan Padrón,
La Habana,
Cuba.

Estimado Padroncito:

    Espero que al recibo de la presente, te encuentres bien en compañía de los tuyos. Por acá, vamos tirando. Mi esposa Loly Buján y yo seguimos viviendo en España, este país acogedor en el que nos plantamos hace 21 años. Ya nos hemos jubilado y estamos más tranquilos que estate quieto.

    Hace tiempo que he estado por escribirte pero por h o por b lo he ido dejando para más adelante. Creo que ha llegado la hora de que ese “más adelante” se convierta en hoy y te suelte la descarga que te tenía guardada.

    Mientras viví allá, no establecimos amistad en el sentido hondo que yo le doy a esa palabra. Fuimos condiscípulos en los 70, cuando juntos estudiábamos Historia del Arte en aquellos cursos nocturnos para trabajadores que pusieron, al fin, un diploma universitario en nuestras manos y añadieron una línea a nuestros currículums. Allí, en las aulas y pasillos de la Facultad de Artes y Letras nos conocimos, charlamos alguna que otra vez y creo que nos caímos bien mutuamente. Entonces, eso fue todo. Después, en contadas ocasiones, nos encontramos en la Cinemateca, en la UNEAC, aquí o allá y, como es natural entre conocidos, nos saludamos e intercambiamos un par de frases. Pero de ahí no pasamos.

    A lo largo de muchos años, he seguido tu carrera y he disfrutado como no te imaginas con tus personajes. Me he divertido muchísimo con tus verdugos, tus mambises, tus panchos, con tus filminutos, con ese mundo prodigioso que fuiste creando a tu alrededor, fruto de tu talento creativo y de, estoy seguro, muchas horas de insomnio y trabajo. De la saga de Elpidio, ¿qué te puedo decir que no te hayan dicho ya? Por eso, con permiso de María Silvia y Resoplez, en esta ocasión voy a centrarme en “Vampiros en La Habana”.

miércoles, 28 de agosto de 2013

TELEVISIÓN CUBANA: ANA LASALLE, TELE-REVISTA, TEATRO ICR

    En 1968, el Departamento de Dramatizados de Televisión Cubana se dividía –al menos- en dos áreas (1): a una correspondían los espacios "serios" como las novelas, los cuentos y los obras teatrales. Su responsable era el actor Juan Carlos Romero. A la otra, estaban asignados los de humor y su jefa era Ana Lasalle.
    Entre los programas que esta última redacción manejaba estaba “Tele-Revista”, del que me entregaron la dirección a mediados de aquel año. De esa manera comencé a trabajar con Ana.

ANA, LA FAMOSA
    Actriz, directora y activista revolucionaria, ella afirmaba haber nacido en Francia y desarrollado una exitosa carrera artística en España y Argentina antes de arribar en 1957 a Cuba, país en que se afincó definitivamente hasta su fallecimiento en 1989.

 Así lucía Ana poco después de haber recalado 
en La Habana procedente de Argentina
(Foto publicada en Bohemia, 21 abril de 1957)

   Cuando llegué al Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR), Ana ya era famosa. Despertaba admiración en el público por sus personajes en programas dramáticos y humorísticos -en especial la Tecla que interpretó durante años en “Casos y cosas de casa”-.
                José Antonio Rivero, Ana Lasalle y Coqui García en "Casos y cosas de casa"

    Dentro de la TV Cubana, era una figura muy controvertida, admitida por algunos, masticada pero no tragada por otros y mal valorada por no poca gente. Ya veremos por qué.

viernes, 23 de agosto de 2013

TELEVISIÓN CUBANA: CÓMO ENTRÉ EN EL ICRT, UN MILLÓN DE LUNES, 4 VOCES EN EL 4

Entrada a CMQ por la calle M, años 50
EL CURSO PARA FORMAR DIRECTORES DE TV
    Ante el éxodo de personal cualificado que se fue produciendo en los primeros años revolucionarios, los dirigentes que se encargaban de gestionar el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICR) decidieron echar a andar en 1965 un curso para formar nuevos directores de TV. Gracias a darle la lata a Celestino García Suárez,
entonces cargo importante en Televisión Cubana, logré que me aceptaran como alumno en dicho curso.
    Por cierto, Celestino era el mismo que me abrió las puertas de Radio Progreso en 1961 y a quien yo traicioné marchándome al Teatro Musical de La Habana. Era una buena persona y lo demostró dándome una segunda oportunidad que le agradeceré hasta mi día final.
    Los profesores que nos puso el ICR eran profesionales de primer nivel. Entre ellos, recuerdo a dos respetados directores de programas dramatizados: Roberto Garriga y Antonio Vázquez Gallo, al ingeniero José Raúl Estol, que nos enseñaba aspectos técnicos, y al escenógrafo Julio Basora.
                     Roberto Garriga                           Julio Basora  y  Loly Buján
    El alumnado lo formábamos un grupo de una veintena de personas venidas de lugares y experiencias diferentes. Fueron mis condiscípulos Humbertico García Espinosa y Eduardo Moya (procedentes del ICAIC), Marcos Miranda, Germán Navarro y el entrañable Manuel Casanova (quienes habían sido empleados de una fábrica de muñecas), los integrantes del Ballet de la TV Gladys González, Antonio Sánchez y Cristy Domínguez, los actores José Corrales y Miguel Sanabria, Isabelita Rodríguez (quien venía de la radio y volvió a ella), la diseñadora de vestuario Lydia Sánchez, Felipe Sarduy (que ya era director y deseaba ampliar conocimientos) y una joven actriz, de nombre Loly Buján, a quien yo había conocido cuando trabajó de asistenta de dirección en un cortometraje que el ICAIC rodó con el elenco del Teatro Musical de La Habana mientras yo trabajaba allí.
    Como parte práctica de nuestro aprendizaje, nos ubicaron como ayudantes de algunos directores consagrados. En realidad era poco lo que hacíamos, básicamente tareas menores. Lo más importante consistía en observar, paso a paso y desde adentro, cómo se desarrollaba el proceso de fabricar un complejo producto llamado programa.
Ballet en "Cabaret Regalías", año 1953
Rolando Laserie y Celeste Mendoza en "Jueves de Partagás".
En primer plano, una cámara Dumont montada en un dolly

sábado, 17 de agosto de 2013

JOVEN HA DE SER, QUIEN LO QUIERA SER

    En esta entrada del blog presentaré dos maneras de enfocar un mismo asunto, el programa 'Yo también soy joven'.
    Primero van a leer como Loly Buján y yo, sus creadores y directores, nos referíamos a él en un material que apareció en la prensa cubana en 1979. Notarán enseguida que en nuestras respuestas y comentarios nada hay de políticamente incorrecto en relación con los parámetros que regían por entonces las publicaciones en Cuba.
    Y a continuación, añadiré algunos recuerdos y reflexiones personales sobre el programa, que hace 34 años yo no podía hacer públicos y ahora sí. 
    Sirva la presente información adicional como un complemento de la crónica que publiqué en este blog el 13 de enero de 2013 con el título de “Yo también soy joven”.
    Dicha crónica se puede leer pulsando el siguiente vínculo:

El blog de Pedraza Ginori - Yo también soy joven 

PRIMERA PARTE (1979)
    En el número de mayo/junio del 79 de La Gaceta de Cuba, periódico de arte y literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), se publicó una entrevista titulada “Loly Buján y Pedraza Ginori hablan de Yo también soy joven”. La firmaba Aquiles Heel.
    Dormía entre mis viejos papeles y, afortunadamente, la he podido rescatar. Éste es su texto completo:
    Dentro del llamado genero testimonial, lo autobiográfico ocupa sitio importante en nuestra literatura. Los libros de memorias, los relatos en los cuales se describe la vida propia, han alcanzado, en diversas colecciones, amplias tiradas, las que se han correspondido con el interés del público lector.
    Ahora bien, recientemente, ello ya no es sólo patrimonio de la letra impresa, sino que, de súbito, ha saltado hacia las pantallas de la televisión, para, de ese modo, asentarse en un medio de difusión masiva que abarca grandes sectores de nuestra población.
    Se trata del programa 'Yo también soy joven', en el cual el testimonio, lo autobiográfico y la anécdota pulposa se dan la mano con la crónica y la entrevista televisadas.
    En torno a este programa, hablan sus realizadores, Loly Buján y Eugenio Pedraza Ginori.
Pedraza Ginori y Loly Buján en 1979

jueves, 8 de agosto de 2013

¿TE ACUERDAS DEL BAILE JUANITO? Y del singao miedo, ¿te acuerdas?

Para Pepe Pelayo, mi amigo, a quien le debía esta crónica
HECHO CON GANAS
    Era a finales de 1985, probablemente en diciembre. Yo estaba al frente de Joven Joven que, tras haberse transmitido por el Canal 6 de TV Cubana cada semana desde abril del 83, había conseguido una enorme audiencia, sobre todo juvenil, ganada con mucho esfuerzo, echándole muchas horas.
    Yo me había comprometido mucho con JJ. El espacio presumía de tres lemas que resultaban toda una filosofía de conducta: “Un programa hecho con ganas”, “Por encima y a millón” y “Quietecito no va conmigo”. Me sentía muy motivado, siempre a la que se cayó, maquinando ideas, rompiéndome el coco constantemente para ver qué asunto o sección interesante presentaríamos el próximo domingo.
    Carlos Otero, uno de nuestros animadores, que vivía en Miramar, me comentó un día que en un centro nocturno de su barrio estaba ocurriendo algo. El sitio era el antes conocido como Johnny's Dream Club (Calle 0 entre 3ª y 3ª A) al que las autoridades revolucionarias le habían cambiado el nombre y, aprovechando que el Almendares pasaba cerca de allí, le habían rebautizado como Río Club, aunque para todo el mundo y su tía seguía siendo “El Johnny”.


EL YONI EN EL JOHNNY    
    Carlos, quien se dejaba caer por el Río de vez en cuando, me contó que los jóvenes bailaban allí de una forma diferente la música americana que ponía el disc-jockey, con un estilo nuevo al que llamaban “el johnny” (pronunciado como “yoni”).
    -- Pero, ¿cuánta gente baila eso?
    -- Oye, te digo que se llena cada noche y que todo el mundo allí baila el yoni. Es una fiebre.
    -- ¿Y está bueno?
    -- ¡Muchacho!, un vacilón.
    Me quedé con el dato y empecé, como siempre hacía, a darle vueltas en mi mente para ver cómo podíamos incorporar el bailecito a Joven Joven. Lo más fácil hubiese sido invitar a un grupo de aquellos muchachos a venir al estudio para que lo bailaran. Pero, tras sufrir una serie de encontronazos con mis superiores por cosas “no correctas” presentadas en JJ, yo tenía que andar con pies de plomo, sopesando muy bien qué hacer y qué no hacer en el programa.
    Me puse a averiguar por mi cuenta y descubrí que la clientela del Río Club la formaban, en un número considerable, chicos de determinado status social llamémosle “alto, no popular”, vecinos de una zona residencial como Miramar y alrededores, hijos de papá y mamá con posibilidades, que vestían a la última y que deben haber sido los antecedentes directos de los que en la Cuba actual son denominados “los nuevos ricos”.
    No digo que fueran malas personas, solamente que no eran los modelos políticamente correctos que yo debía presentar en Joven Joven, según los criterios de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), que auspiciaba el espacio, y las líneas que me habían marcado en la TV Cubana.
 

MÚSICA DE AFUERA, MÚSICA DE ADENTRO
    Otro elemento a considerar, importantísimo:
    -- Oye, Carlos, ¿y con qué música se baila eso?
    -- Toda de afuera. El “Holiday” de Madonna, “Easy lover” de Phil Collins… Y cuando la noche se calienta, Miami Sound Machine. Tienen un número que se llama “Conga” que es el perfecto para el yoni.
    Sumé ambos factores: pepillaje fisto de Miramar bailando música de un grupo de Miami –y por lo tanto prohibido en Cuba- y el resultado lógico no podía ser otro que “olvídate de eso, Yin”

domingo, 28 de julio de 2013

ASAMBLEA EN TELEVISIÓN CUBANA (Primera Parte)

PREÁMBULO NECESARIO
    Antes de todo, debo aclarar que a mediados de 1974, a mis 35 años, aunque no era ni había sido antes militante del Partido Comunista ni tenía cargo alguno en las Milicias, los CDR o el sindicato, yo era un simpatizante convencido de la revolución cubana. Aunque veía ciertos comportamientos, actitudes y cabronadas que me inspiraban rechazo porque no me cuadraba la lista (lo que pregonaba el periódico) con el billete (lo que hacían los que mandaban), todavía estaba en esa etapa en que uno quería pensar que todo lo negativo se debía a que una casta de aprovechados, burócratas y mediocres se había sabido aprovechar de la revolución en su beneficio. Esa etapa en que pensaba que la deriva evidente por la que transitaba el proceso, se podía revertir.

    Yo entonces creía en la revolución. En su posibilidad de regeneración, en sus principios humanistas, en sus objetivos de justicia para todos, en un sistema socialista en el que las personas tuvieran garantizados la sanidad, la educación, la vivienda, el trabajo, la seguridad social y las oportunidades de desarrollar sus capacidades y aptitudes hasta el máximo posible.
    Esta premisa, “creo en la revolución y en que se puede salvar”, válida para mí en aquel tiempo, resulta fundamental para situar en su contexto lo que leerán a continuación.

UNB PITCHER EXPLOTA Y ENTRA OTRO COMO RELEVO
    Era 1974. Después de varios años, me parece que fueron siete, de “gobierno” de Jorge “Papito” Serguera (1) y sus compañeros de aventuras, al fin había llegado un nuevo presidente a hacerse cargo del Instituto Cubano de Radiodifusión (2).

    Se llamaba Nivaldo Herrera y se corrió por los pasillos que venía, enviado por las más altas instancias del partido, a poner orden y a encarrilar las cosas –que andaban bastante desviadas- en nuestro organismo.
    A mí me causó buena impresión cuando le vi y oí por primera vez, por las cosas que dijo en un discurso que nos disparó a la masa, en el que habló del importante papel que la radio y la televisión debían desempeñar en la nueva sociedad que se estaba construyendo, por sus llamados a colaborar y a discutir abiertamente los problemas y por su promesa de establecer una nueva forma de relación entre dirigentes y dirigidos.  
    El ICR ardía de expectación por saber por dónde irían los tiros, cuáles serían las reformas, qué lanzamientos traía en su repertorio el nuevo pitcher que nos habían mandado desde arriba para relevar al que había explotado.


ASAMBLEA EN TELEVISIÓN CUBANA (Segunda Parte)

Esta entrada es la continuación de ASAMBLEA EN TELEVISIÓN CUBANA (Primera Parte), que se puede leer pulsando el siguiente vínculo:
El blog de Pedraza Ginori - Asamblea En Televisión Cubana (1ª Parte)


ORIENTE ES OTRO MUNDO Y SI ME APURAN, OTRO PLANETA

    En julio del año pasado, tuve la oportunidad de trabajar en la televisión de Oriente, durante la conmemoración del XX Aniversario del Moncada. Allí estuve en contacto directo y frecuente con los compañeros dirigentes de Tele Rebelde.
    Los directores que fuimos desde La Habana, que no conocíamos el sistema de trabajo de allá, nos quedamos asombrados. El director general de la emisora, el jefe de programación, los jefes de bloques, el jefe técnico, todos asisten a los programas. Y asisten a los ensayos. Y es posible verlos en los montajes, cuando se trata de controles remotos.
    Y no estoy hablando de situaciones especiales con motivo del 26 de julio. Hablo de programación normal –nosotros llegamos allí con varias semanas de antelación al 26-. Y les preguntábamos a los directores de programas de allá:
    -- ¿Es siempre así?

    Y nos contestaban:
    -- Eso aquí es lo normal. Aquí los jefes realizan sus tareas de organización y, además, están siempre en los detalles de ensayos y transmisiones.
    Y recuerdo que vi al compañero Palacios y a Julio García y a Moltó y a Osuna y a Enrique Bonne en las transmisiones más diversas. En el boxeo desde el Guillermón Moncada y en la Revista del Sábado y en el ensayo de Teatro del Domingo… Y una noche fui a la transmisión de uno de los espectáculos del carnaval y allí estaban los dirigentes, junto al camión de remoto.

    Y cuando se transmitió un programa desde el Museo de la Academia de Ciencias –un programa bastante sencillo, por cierto- era una noche de domingo y Santiago ya estaba en carnaval. Y allí encontré, sentado en un rinconcito, al compañero Palacios, que era el director general de la televisión oriental. Y le pregunté:
    -- ¿Qué tú haces aquí? Hoy es domingo por la noche y hay carnaval. ¿Por qué no estás con tu familia, descansando o disfrutando?
    Y me respondió, sonriendo:
    -- Mira, Ginori, yo estoy aquí por si acaso.
    Pregúntenle a Abel Ponce que estuvo allí conmigo, a cualquiera que haya trabajado en Tele Rebelde, con qué entusiasmo, con qué compenetración se labora allá. Con equipos en mal estado, con un solo estudio, con un calor tremendo, sin aire acondicionado, haciendo programas en el patiecito… Y así llevan, sacando de donde no hay, seis años sin decaer.
    La experiencia de Tele Rebelde me aclaró muchas cosas. Y me hizo comparar.

PRIMERO UNA HISTORIA INVENTADA

    Ahora, pasando a La Habana, permítanme echar mano de la ironía y hacer una abstracción. Voy a inventarme una historia, que puede tener alguna exageración, pero que puede ejemplificar cierto tipo de “mecánica” que hemos padecido.

    Supongamos que yo sea el funcionario de programación Fulano –personaje en que he reunido elementos diversos-, y que por equis motivos, tenga en mi departamento la necesidad de sacar un programa nuevo o especial. Tengo encima de mi mesa el proyecto y, en el mejor de los casos, un libreto que ya he revisado. Llamo a uno de mis directores y le digo:
    -- Mira, compañero, hace falta que te hagas cargo de este programita porque confiamos en ti, porque tú eres el único que lo puede hacer, por esta vida y por esta otra.
    Una vez que él acepta dirigir aquello, le doy cierta cantidad de orientaciones generales:
    -- Ten cuidado con esto, vigila esto otro, mira a ver si puedes conseguir a Zutanita para que lo presente… 

    Terminada esa entrevista, el asunto –muchas veces, el problema- ya no es mío, es del director. Yo, que soy el funcionario, que en el papel debo tener cierto poder de gestión con mis colegas responsables de departamentos, me quedo en mi oficina.
    Y allá él, que se las arregle como pueda en toda esa maraña burocrática de pedidos, formalidades, prohibiciones… Allá él, metido en el laberinto de Escenografía, Vestuario, Talento, Filmaciones, Facilidades, Video tape, Horarios, etc. Le dejo que suba escaleras y que baje escaleras. Ah, y si hay que tratar con otros organismos o ministerios, le abandono a su suerte, quien tiene que poner la cara por el ICR es él.
    No me interesa que él no tenga el más mínimo poder de decisión, que no pueda pedir un transporte a la piquera, que se le caiga una cámara en ese eterno bache del estudio que nadie arregla o que se le vaya el audio en el aire. Yo no tengo nada que ver con micrófonos que no aparecen ni con camarógrafos que no le oyen porque los audífonos están malos.
    Allá él. Si no le escuchan los cámaras y el coordinador, que haga señales de humo. Si no tiene una silla decente donde sentarse en la cabina, no importa, que ponche de pie.
    Allá él. Yo estoy bastante ocupado con lo que me han pedido de arriba: los planes a largo plazo, las estadísticas, etc. En definitiva, si es director pues que dirija. Yo soy funcionario y funciono.

miércoles, 24 de julio de 2013

¡QUÉ PISTA! ¡QUÉ REVISTA! ¡QUÉ ENTREVISTA!

    El 3 de abril de 1983 salió al aire, por el Canal 6 de TV Cubana, Joven Joven. En pocas semanas, el programa se convirtió en uno de los más vistos y, con el tiempo, en un fenómeno social de esos que puede –y debe- generar la televisión.
    En junio, ante el alboroto juvenil que se estaba formando en toda la isla cada domingo a las 12 del día, la popular revista Opina olió que allí había noticia y decidió publicar una extensa entrevista conmigo, que apareció en su número de julio del 83. El encargado de hacerla fue el periodista Fernando Miguel. Ambos nos conocíamos desde hacía muchos años, cuando comenzábamos en nuestras respectivas profesiones. Tuvimos una larguísima conversación en la que hablé no sólo de JJ sino, además, de la tele, de mis orígenes, de mi estilo de trabajo, de mis concepciones, en fin… No se grabó, él fue tomando notas y después, de ellas, extrajo lo que consideró más interesante para los lectores.
    Como en todas las veces que alguien transcribió mis palabras y las publicó, yo quedé decepcionado. Algunas cosas no se ubicaron en el contexto en que las dije, hubo ideas incompletas, se podía inferir cierta desconsideración por mi parte hacia compañeros a los que yo respetaba, en ciertos momentos aparecí como un gurú arrogante dictando lo que se debía hacer y lo que no, en fin, que sin llegar a enfadarme, no me gustó nada como salió aquello.
    Tras haber realizado una tonga de entrevistas en mis años como colaborador de la revista Cuba Internacional, yo sabía perfectamente los peligros que conlleva trasladar a un papel las palabras y opiniones de otros, sobre todo cuando no existe una grabación a la que echar mano para resolver dudas. Por ello no culpé a mi amigo Fernando; de hecho nunca le hablé de mi reacción. Tampoco era como para ponerse pesado con alguien que –estoy seguro- había actuado de buena fe.  

    Hoy, tres décadas después, he revisado aquella entrevista y, aunque mantengo lo que pensé de ella en 1983, he decidido incluirla aquí ya que considero que, en líneas generales y dejando a un lado el tiquitiqui de si me gustó o no, reflejó mis conceptos y puntos de vista de aquel momento, sobre todo en lo referente a la forma de funcionar de algunos dirigentes de la TV Cubana de entonces.     

    Y ahora, permítanme una dedicatoria al estilo de los premiados en los Oscar, los Globos de Oro, los Emmy, los Tony, etc.
    Señoras y señores, ladies and gentlemen: 

    Esta entrada de mi blog, se la quiero dedicar a Fernando Miguel, al fotógrafo Kuko Progresito, al jefe de diseño (y mi hermano) Arístide, a Beatriz, a Balari, a Armando y a los demás compañeros de Opina, que tan bien se portaron siempre conmigo, acogiéndome en su redacción del Focsa como uno más de ellos y haciéndome feliz al darme la oportunidad de dirigir los espectáculos de entrega de sus Girasoles. Gracias, amigos, donde quiera que estén. 

domingo, 21 de julio de 2013

TEATRO MUSICAL DE LA HABANA (2): CONJUNTO NACIONAL DE ENTRETENIMIENTO

     A finales de 1962 o principios del 63, una revista cubana (probablemente Verde Olivo o Bohemia) le dedicó varias páginas a un reportaje sobre el grupo teatral que por entonces Alfonso Arau estaba preparando en las instalaciones del antiguo Convento de Santa Clara, en La Habana Vieja.
    En aquel tiempo dicho colectivo tenía como nombre el de Conjunto Nacional de Entretenimiento. Posteriormente, debido a su vinculación con el coliseo de Consulado y Virtudes, pasó a llamarse Grupo del Teatro Musical de La Habana. (1)
Éste es el reportaje:




















































Arau rodeado por algunos de sus colaboradores en el Conjunto Nacional de Entretenimiento.
De izquierda a derecha > SENTADOS: Jorge Berroa, pianista y compositor / Rodolfo Valencia, director teatral y profesor de actuación / Waldeen de Valencia, coreógrafa y profesora de danza / Alfonso Arau, actor, comediante y director del grupo / Fred Smith, compositor y profesor de música / DE PIE: José Luis Posada, caricaturista, escenógrafo y profesor de apreciación del arte / Eugenio A. Pedraza Ginori, asistente de dirección / Lourdes Domínguez, administradora y productora.